Carta de una cucaracha


Yo, Nit, me presento hoy ante los homo sapiens en nombre de las cucarachas.

No pretendo traerles un manifiesto como tal, simplemente hay mucho que las cucarachas hemos evitado decirles por respeto a nuestra especie.  Y esto no nace de algún resentimiento guardado por años o de alguna necesidad inerte de hacer correcciones sociales, somos las cucarachas y queremos expresarnos.  

Primero, habría un par de características que aclarar sobre nosotros, verán, cuando entran en la habitación y encienden la luz no nos alejamos porque les temamos; sencillamente nos parecen repugnantes, son tan desagradables a la vista, tienen el esqueleto por dentro y andan cubiertos con esa antinatural "ropa".  Nos parecen tan aberrantes que no nos explicamos porqué la naturaleza daría lugar a algo tan desagradable, quizás sea por esto que la mayoría de nosotros no siente la necesidad de un dios.  Aun así, tienen el descaro de actuar con un ridículo rechazo ante nuestra presencia.  Somos las cucarachas, los hemos visto  ahogados en su vómito, llenando nuestras aceras de orina, produciendo interminables estruendos, masturbándose en las esquinas y dejando atrás largos rastros  de basura (esto último lo agradecemos un poco).  

Los hemos visto en sus casas y verlos ahí no los salva de nada.  Escuchamos sus engaños, hemos observado lo débiles que son sus personalidades, su enfermizo gusto por las porquerías que emanan de sus extrañas cajas portátiles, y nos sorprende lo frágiles que suelen ser con sus emociones, a diferencia de ustedes, no nos preocupa tanto perder la cabeza. 

Somos las cucarachas, somos los sonidos que escuchan cuando ya sólo hay silencio y para su sorpresa, no pensamos mal de las ratas. Nos movemos por las alcantarillas, por las botellas vacías y los arrugados periódicos en los que perecen sus premios y sus obituarios.  Nos gustó lo que hicieron con los Simpsons... en un principio; eso tuvo más sentido que aquella vez en la que fueron a la luna. Queremos aclararles que de no ser porque se metieron en nuestro camino, no tendríamos razones para comernos su comida.  

Soy Nit, soy una cucaracha y estoy aquí.  No vine a pedirles que dejen de pisarnos, está muy claro que de  ser más grandes, nosotros, no dudaríamos en aplastarlos a ustedes.  Quería hablarles porque un día, mientras comía un pedazo de galleta que por suerte acabó en el suelo, por algún capricho del universo los percibí con otras antenas, cerca de mí una pareja conversaba mientras esperaba el bus, el tipo no tenía nada que puedan envidiar, su cabeza lucía desproporcionada en relación a su diminuto cuerpo y actuaba como si sufriera un ataque neurológico.  Frente a él había una hembra que le indicaba "¡No me gusta que hagas chistes sobre suicidio!", pero al hacerlo se le escapaba una pequeña sonrisa. Esa mezcla de culpa y júbilo llamó mi atención, fue en ese momento tan intrigante cuando pensé en ustedes un poco más allá; lejos  de las grotescas criaturas que acostumbran a correr con preocupación porque van tarde a algún lugar el cual detestan, pude ver más que eso y como consecuencia tuve muchos aspectos nuevos que considerar.

Pensé en lo divertido que debió ser para mis ancestros verlos aparecer e incluso existen noches en las que dormir se vuelve difícil al imaginar maravillado todas las posibles formas en que su especie llegará a su inminente fin.  Aquella noche, terminé sintiéndome más humilde porque recordé que al final del día, compartimos este planeta, pisamos este suelo, nos movemos por la suciedad de estas calles ingratas.  Deben saber que me resultan fascinantes a pesar de su aspecto y espero que tarden mucho en destruirse mutuamente. Les aseguro que estaré  cerca presenciando con paciencia y asombro sus curiosas acciones, acciones que logran que mis patas vibren.   

Soy una cucaracha y les agradezco, humanos.  Gracias por ofrecerme algo de perspectiva. 






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