Dispersos




La habitación está azul como el humo de mi último cigarro.  El dolor hace que me mueva igual que una tortuga.  Sheena está aquí.  Dentro de esta habitación mugrosa, conmigo esperando el fin.  No hay nada más que podamos hacer, tomo el arma, me acuesto sobre mis adoloridas costillas y exhalo con desdén sin apartar los ojos de la puerta.  Ella se acuesta justo detrás de mí.  Le digo que debe huir cuánto antes, le gruño preguntándole por qué no lo hizo cuando tuvo la oportunidad.  Está quieta, tan sólo me sostiene pasando su brazo por debajo del mío agarrando mis hombros.   Escucho los pasos acercándose. Tiemblo un poco.  La oigo: “Contigo hasta el final”
Un golpe seco rompe el seguro de la puerta y una bala está a punto de atravesar un esternón cuando mi mente empieza a ponerse en blanco.  Mis brazos parecen desprenderse, mi espalda quema, se parte.  Una luz empieza a cegarme, se vuelve cada vez más fuerte y lo único que escucho es la voz de una mujer cantando una canción de cuna.  Mis ojos se cierran.

Sheena está frente a mí. Sonríe. Luce como una pintura, se ve tan brillante.  Me cuesta recorrer con la mirada, pero muero por hacerlo.  Mi cabeza se siente ligera. Apenas puedo moverme.  “¿Qué te hace tan feliz?” quiero preguntarle, pero no puedo mover la mandíbula.  “Tenerte aquí” Lo ha dicho de la nada.  ¿Acaba de leer mi mente o he hablado sin darme cuenta? Sonríe una vez más y toma mis manos.  Al verlas me lleno de sorpresa y mi corazón empieza a latir, tanto que mi pecho se desarma.  No puedo creerlo, mis manos están tomando forma ante mí.  Al mirar hacia abajo, mis pies no están sólo hay un montón de polvo.  Mientras estoy ahí me doy cuenta, mi cuerpo está tomando forma, una especie de ensamblaje total inconsciente.  Apenas y puedo hablar… “¿Q-qué qu- qué es- es- esto?” Sheena flota alrededor, nos encontramos en medio de la nada, apenas distingo algunas estelas a la distancia. 

-Estamos muertos ¿Estamos muertos?
-No.  Estás viviendo más de lo que cualquiera haya vivido.  Más de lo que cualquiera podrá vivir alguna vez…
- ¿Qué es este lugar?
-Es difícil de explicar, estamos sucediendo, pero no dentro de algún lugar.
-Pero ¿Estábamos en la habitación? Y…
-Yo lo hice Marco, nos he traído aquí.
-No lo entiendo.
-No soy como tú.  Llegué aquí hace mucho.
- ¿Aquí? ¿Hablas de la Tierra?
-Así es y de toda tu realidad.  Llegué en una estrella.  Se sintió igual que tus “sueños” Atravesé un campo extraño con impresionantes colores y cuando eso acabó, terminé en tu sistema solar.
- ¿Qué pasará con nosotros ahora?
-Es revelada ante ti la existencia de todo un universo desconocido y ¿esa es tu pregunta?


Ambos reímos.  Yo llegué a hacerlo tan fuerte que empecé a desintegrarme.  No era fácil acostumbrarse a algo así.  Mucho menos a flotar y moverse, era casi imposible.  Me enseñó a hacerlo, luego hicimos el amor.  De forma torpe, explosiva, trascendental…

Comments

Popular posts from this blog

Historia(s) I

Carta de una cucaracha